A sus 39 años, el ex jugador neozelandés, Shane Christie, fue encontrado sin vida en su domicilio de la ciudad de Nelson, en Nueva Zelanda, según el reporte de las autoridades locales. Tras su retiro del rugby en 2018 a causa de los graves síntomas de conmoción cerebral padecidos por los diversos golpes de la actividad, el ex ala se dedicaba a promover la investigación sobre los efectos de la misma en el deporte y su posible vínculo con trastornos degenerativos.

Si bien de momento se desconoce la causa de su muerte, ya que se encuentra bajo investigación, medios neozelandeses como New Zealand Herald deslizaron que el hecho fue calificado como presunto suicidio.
A lo largo de su carrera profesional, Christie jugó para los Highlanders, los Māori All Blacks y distintas franquicias del rugby de ese país. Además, fue parte del staff técnico de los Highlanders como entrenador de defensa en 2021 y 2022, y trabajó en equipos masculinos y femeninos de Tasman.
Tras su retiro en 2018, el jugador advirtió en distintas ocasiones padecer de síntomas de lesiones cerebrales, como fuertes dolores de cabeza, perdidas de memoria y estados de fatiga.
Shane Christie, en su época de rugbier.
A su vez, en distintas entrevistas había manifestado que sospechaba padecer de encefalopatía traumática crónica (ETC), una enfermedad cerebral degenerativa a causa de golpes y traumatismos repetidos en la cabeza, que solo puede diagnosticarse post mortem.
La asociación de rugby neozenaldés se expresó a través de un comunicado: «Era un apasionado del entrenamiento y desempeñaba funciones de entrenador en el Tasman, tanto en el equipo femenino como en el masculino, y en los Highlanders. Cada vez que la comunidad del rugby pierde a uno de sus miembros, se siente profundamente».